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domingo, 26 de diciembre de 2010

El arte de crear empleo.
Recién llegado a este hermoso país (Colombia), comentaron por TV. Que el paro en Colombia era de poco más de 2 millones de personas, más o menos la mitad del desempleo que tienen países como España con aproximadamente los mismos habitantes. “Es decir que en Colombia el desempleo es mucho menor que en la España comunitaria” pensé.
Unos días me fueron suficientes para comprender en que consistía el milagro del entonces gobierno Uribe, de mostrar unos datos estadísticos tan buenos, si es que tener 2 millones de desempleados es una buena noticia.
En Colombia, se crea con facilidad empleo “empresarial autónomo” y sin la necesidad de registro mercantil en la mayoría de los casos y sin a penas pagar impuestos. Un paseo por las calles de cualquiera de las poblaciones de Colombia y pronto se observa la gran cantidad de vendedores que pululan por sus calles. Empresas de telefonía Móvil en cualquier esquina, cada dos pasos, un vendedor de chorizos asados en parrillas de carbón (por cierto muy rico), a tres pasos, un señor vendiendo fruta y verdura en un carro empujado por el mismo, no quisiera olvidar, a todos aquellos emprendedores empresarios que con su “negocio” a cuestas, se pasean ofreciendo su mercancía.
Pavonearse de que en Colombia el paro está controlado, es una burla hacia los millones de personas que acaban en la venta ambulante informal, cuando en su desespero no encuentran un trabajo digno (en lo que se refiere al salario me refiero), porque digno también lo es el querer sobrevivir en la venta callejera.
El estado, cuando se refiere a las personas que están en paro, solo se está refiriendo a los ciudadanos que en un tiempo perdieron su trabajo, dejando de estar en dicha situación en el momento que en su necesidad de comer, deben ponerse a buscarse la vida en lo que se pueda. Desde ese momento, para el estado deja de ser un desocupado, para ingresar en el milagro de ser empresario en la venta desesperante de la calle.
El milagro de mantener un nivel de desempleo aceptable, pasa por olvidarse de las personas que sobreviven de la venta callejera, pasa por olvidarse de aquellas personas “desechos de la sociedad” que para las encuestas de activos no existen, y por tanto tampoco son desempleados.
Si por un momento de honestidad los dirigentes del país contasen a todos los que no tienen empleo (remunerado), incluyendo a todos aquellos que viven en la pobreza, la tasa de desempleo les haría sonrojar de vergüenza y dejarían de alardear del milagro de las cifras oficiales.

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