Un partido para la leyenda le permitió al Madrid discutir como nunca la jerarquía del Barça de estos tiempos. De un duelo mayúsculo, con tanto hueso como buen fútbol, el equipo madridista alzó la Copa que se le resistía desde hace casi dos décadas. Y lo hizo en un momento simbólico por la fabulosa dimensión de su adversario, lo que revaloriza más si cabe su victoria en Mestalla. Fue un encuentro sin mezquindades, para la heroica, con dos conjuntos llevados al sofoco casi inhumano, con dos partes muy bien retratadas por cada uno. Un Madrid pletórico y arrebatador en la primera parte y un Barça sinfónico en la segunda. No hubo cháchara alguna y el choque exigió una mirada en cada instante, para mayor cultivo de las emociones que siempre depara este místico torneo. Una cita así merecía el descorche de un golazo. Y lo hizo Cristiano, ariete improvisado anoche, con un cabezazo magnífico tras un no menos fabuloso centro de Di María.
Barcelona 0 - Real Madrid 1
Barcelona: Pinto, Alves, Piqué, Mascherano, Adriano (Maxwell, m.119), Xavi, Busquets (Keita, m.108), Iniesta, Pedro, Messi y Villa (Afellay, m.105).
Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Sergio Ramos, Carvalho (Garay, m.119), Marcelo, Pepe, Xavi Alonso, Khedira (Granero, m.104), Ozil (Adebayor, m.70), Cristiano Ronaldo y Di María.
Gol: 0-1, m.103: Cristiano Ronaldo cabecea un centro de Di María.
Árbitro: Alberto Undiano Mallenco (Comité Navarro). Amonestó por el Barcelona a Pedro (m.34), Messi (m.64) y Adriano (m.118) y por el Real Madrid a Pepe (m.26), Xavi Alonso (m.60) y Adebayor (m.74). Expulsó por acumulación de amonestaciones al madridista Di María (m.86 y 120).
Madrid campe{on |
Agresivo y punzante, el Madrid logró desnaturalizar al Barça durante todo el primer episodio, cuando fue menos Barça que nunca. No fue el Madrid contemplativo del pasado sábado, fue un equipo más intimidador, febril y descarado. Desde el principio, los madridistas fueron un regimiento y se jugaron cada pelota como si fuera la última de sus vidas, siempre de forma gremial, como mosqueteros. Un desquicie para los azulgrana, desvirtuados por la combustión de su adversario, que le obligó a un salto tras otro. El conjunto barcelonista quedó sometido a un duelo pugilístico, sin concesiones. Con la defensa muy adelantada, Alonso de eje, y una línea de cuatro por delante -Özil, Khedira, Pepe y Di María-, el cuadro de Guardiola apenas tuvo un respiro. En Mestalla solo había microespacios, una tortura para los defensas culés, la primera línea de juego del equipo. Y para la segunda, donde levitaba Iniesta y Messi no encontraba una baldosa. Nadie en los barcelonistas era capaz de saltar del macizo dispuesto por Mourinho, que planteó un duelo inicial con muchas curvas para su rival. Leer Más
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