Las revoluciones y protestas en el mundo árabe que se han visto en los vídeos y noticias de todo el mundo mostraban en el centro y al frente de las multitudes enfurecidas que gritaban lemas pidiendo libertad y el fin de la tiranía. En medio del caos, entre la gente de todas las edades y condiciones, entre los gritos y apretones, aparecían unos pequeños puntos de color: menores indefensos con carteles revolucionarios o proclamando consignas: "¡Que se vaya Mubarak!" "¡Vete, Ben Alí!".
Los padres llevaron y siguen llevando a sus niños a las manifestaciones. Probablemente la mitad de los menores de las protestas no conoce quien es Mubarak, ni Ben Alí, pero en sus ojos grandes e inocentes se refleja todo un espectro de emociones: asombro, alegría, agresividad... Sin duda nunca olvidarán las primeras imágenes y palabras que les han golpeado con la realidad del mundo.
"Los padres exponen a sus hijos a un peligro mortal"
Sin duda alguna, la violencia desatada tras las manifestaciones antigubernamentales en el mundo árabe amenaza ante todo la seguridad de los niños. "Los niños son las primeras víctimas y los más vulnerables ante cualquier malestar social o emergencia", sostiene Geert Cappelaere, representante de UNICEF en Yemen. "Debemos asegurarnos de que los enfrentamientos entre adultos no alcanzan a los menores".
"Los padres siguen llevando a sus niños a las manifestaciones, los exponen a riesgos y aumentan su vulnerabilidad frente a peligros mortales", constata Ahmed Al-Gorashi, presidente de SEYAJ, una organización dedicada a la protección de la infancia en el país árabe.
Recurriendo a las estadísticas, según las últimas informaciones de la ONU la revolución tunecina dejó 219 muertos, y en la revolución egipcia murió un total de 685 personas y más de 5.000 resultaron heridas. En ambos casos se registraron fallecimientos de menores.
Modificacion de los valores de la sociedad
Igual de devastador que el daño físico es el impacto psicológico.Pese a que su mundo debería estar envuelto de inocencia, han visto violencia acompañados por sus padres, es decir, el conflicto y sus circunstancias se han vivido como algo normal, no fuera de la norma o los valores sociales.
Vulnerables a cualquier tipo de influencias, llevan la agresividad a la vida cotidiana. "Los menores se hacen más agresivos y tienen una tendencia más pronunciada a pelear. Vi que algunos niños tenían eslóganes políticos pintados en los brazos. Los niños no están acostumbrados a ver y experimentar la violencia", comentó a los empleados de UNICEF Jamila Al-Muyahid, directora de una escuela de Yemen, que se manifiesta categóricamente en contra de incluir a los niños en las manifestaciones.
"Los niños necesitan ayuda para ajustarse a la violencia y al sentimiento de inseguridad que han visto o experimentado", dice Philippe Duamelle, representante de UNICEF en Egipto.
Ya se han realizado dos revoluciones, y Túnez y Egipto han empezado una nueva etapa de su historia. Varios países árabes todavía están inmersos en protestas. A los defensores de derechos de los menores solo les queda esperar que los padres que luchan por el futuro feliz de sus hijos en las plazas árabes y los llevan consigo entiendan un día que les privan de un presente feliz, no solo exponiéndolos a un peligro mortal, sino también cambiando su visión del mundo dándoles de este modo unas perspectivas bastante oscuras.
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