Un mundo poco conocido el de los asexuales.
Primero veamos que es un asexual.
La asexualidad es la falta de orientación y deseo sexual. Los asexuales son personas que no sienten atracción sexual hacia ninguna otra persona y no sienten deseo por el placer sexual; por lo que no encajan dentro de ninguna orientación sexual definida y no es habitual que suelan enamorarse o tengan pareja.
Se sienten a gusto en soledad y aislándose de la gente; sin embargo se muestran socialmente muy activos y cultivan un gran grupo de amigos que sepan comprenderles y apoyarles. Los asexuales tienden a crear un lazo afectivo hacia su pareja (si la tienen), aunque éste no implique el sexo de por medio. Algunos asexuales incluso se involucran sentimentalmente con otras personas, pese a que la barrera de amistad y relación no queda definida muy claramente y puede resultar ambigua.
Según estimaciones, un 3% de la población mundial del que, sorprendentemente, apenas habíamos oído hablar. Pero los asexuales están comenzando a organizarse y hacerse un sitio en la sociedad: reivindican no ser tratados como enfermos en un mundo donde impera el fervor sexual. Ahora les toca a ellos salir del armario.
Se ha demostrado que conforman cerca de un 3% de la población mundial –que en España sería tanto como decir cerca de 1.300.000 personas–, pero casi no hemos oído hablar de ellos: se trata de una creciente comunidad de hombres y mujeres que, sencillamente, no se sienten atraídos sexualmente hacia otras personas. Son los llamados asexuales, empeñados en sentirse normales pese a quienes les tachan de raritos y de enfermos mentales. En muchos casos, prácticamente carecen de impulsos sexuales. Otras veces la sexualidad existe pero no se despierta con el contacto humano. En todo caso, sus páginas web afloran en Internet con un fin primordial: necesitan encontrar otras personas como ellos y, con suerte, poder formar una pareja donde las emociones y la comunicación no se canalicen necesariamente en la cama.
¿Es posible nacer asexual? Los doctores aseguran que Lucía, una filóloga de 33 años que nunca ha mantenido relaciones íntimas, no padece ninguna tara física que le impida sentir deseo. "La experiencia juega un papel fundamental en el desarrollo saludable de nuestra sexualidad. Un ambiente represivo o excesivamente promiscuo puede provocar una negación en este terreno", asegura la psicóloga y educadora sexual María de Montes. La educación parece definitiva en la trayectoria de Lucía, que admite estar muy influenciada por la convivencia con su madre, "divorciada y con tendencia a la promiscuidad: al final, todas sus relaciones se convertían en una especie de psicodrama por culpa del sexo. Las relaciones ya son suficientemente complejas como para añadir un nuevo factor de discordia y creo que el placer se puede obtener de muchas otras maneras".
Pese a que Lucía descarta el sexo de manera voluntaria, se considera muy alejada de los llamados célibes, que deciden abstenerse por principios morales o religiosos. En su caso, una de las causas que rigen su conducta es la ausencia total de apetito carnal: "Mi cuerpo nunca ha reaccionado como debería. He tenido varios novios, que han intentado estimularme hasta la saciedad, pero yo, como si nada. Desde luego que era muy frustrante para ellos, pero lo cierto es que, al final, siempre terminaba dejándoles yo. Creo que al no acostarme con ellos tampoco se despierta en mí esa pasión o romanticismo habitual en las parejas. De alguna manera no comparto ese tipo de intensidad emocional, ni tampoco la necesidad de estar todo el día pegada a alguien. La verdad, prefiero la variedad; me encanta pasar tiempo con mis amigos y con mi familia. Creo que la asexualidad, en mi caso, me ha convertido en una persona muy generosa: como no estoy enfrascada en mis meollos emocionales, tengo más tiempo para ayudar a los demás".
A pesar de todo, reconoce haberse sentido incomprendida durante muchos años. "He sido el bicho raro de la pandilla desde siempre, pero, lo que es la vida, de tanto luchar para vencer mis miedos he terminado destacando por mi seguridad. Tengo muy claro que prefiero vivir sola, que no quiero tener hijos ni pareja, y ya no me importa gritarlo a los cuatro vientos". Lucía desconocía la creciente creación de sitios webpara gente como ella, en su mayor parte de origen estadounidense. "Los americanos siempre se preocupan de buscar apoyo para los grupos minoritarios y no me parece mal. Tal vez si en mi adolescencia hubiese oído hablar de casos parecidos al mío me habría sentido menos confusa. Ahora, creo que no deberían meternos a todos en un mismo saco; no se trata de crear escándalo ni de oponerse a los valores reinantes".
Geri Rich Jones, cantante y fundadora de la Sociedad Asexual Americana, se sintió amparada y feliz al entrar en contacto con otros de su misma condición gracias a una de estas páginas. "Siempre me ha desconcertado la excesiva importancia que se le concede al contacto físico, así que al conocer a personas semejantes me sentí muy aliviada. Sin duda es muy importante que alcemos la voz y nos apoyemos entre nosotros: mi primer novio me abandonó por culpa del sexo y me hizo muchísimo daño. La única vez que lo intentamos sentí muchísimo asco y eso no ha variado en absoluto, así que dudo que se trate de algo temporal. No me atraen los hombres ni las mujeres. Simplemente, nací asexual, nunca me he acostado con nadie y no creo que vaya a cambiar a estas alturas. Me encantaría tener hijos pero supongo que tendré que adoptarlos o hacerme una inseminación artificial", concluye. Tal vez el pasado y la educación de Geri, nacida en una familia con un padre homosexual, también sea crucial para entender su condición.
Hay quien sostiene que el bombardeo sexual al que nos someten los medios de comunicación –publicidad, cine, televisión...– también puede ser causa de repugnancia y conductas de este tipo. Philip Hodson, miembro de la Asociación de Psicoterapia Británica, asegura que muchas personas terminan aparcando el deseo porque no se identifican con la imagen que se vende del sexo. "La televisión nos educa de manera muy reduccionista y existe una sobrevaloración de la parte genital o coital. Se trata de un punto de vista muy instintivo y animal, apenas se baraja la parte afectiva y emocional de las relaciones físicas. Es normal que algunas personas terminen por rechazar el sexo, de manera consciente o inconsciente", explica De Montes. El temor excesivo a las enfermedades de transmisión sexual, y muy especialmente al sida, también puede dañar notoriamente la vida íntima de algunas personas e, incluso, conducir a la asexualidad.
Primero veamos que es un asexual.
La asexualidad es la falta de orientación y deseo sexual. Los asexuales son personas que no sienten atracción sexual hacia ninguna otra persona y no sienten deseo por el placer sexual; por lo que no encajan dentro de ninguna orientación sexual definida y no es habitual que suelan enamorarse o tengan pareja.
Se sienten a gusto en soledad y aislándose de la gente; sin embargo se muestran socialmente muy activos y cultivan un gran grupo de amigos que sepan comprenderles y apoyarles. Los asexuales tienden a crear un lazo afectivo hacia su pareja (si la tienen), aunque éste no implique el sexo de por medio. Algunos asexuales incluso se involucran sentimentalmente con otras personas, pese a que la barrera de amistad y relación no queda definida muy claramente y puede resultar ambigua.
Según estimaciones, un 3% de la población mundial del que, sorprendentemente, apenas habíamos oído hablar. Pero los asexuales están comenzando a organizarse y hacerse un sitio en la sociedad: reivindican no ser tratados como enfermos en un mundo donde impera el fervor sexual. Ahora les toca a ellos salir del armario.
Se ha demostrado que conforman cerca de un 3% de la población mundial –que en España sería tanto como decir cerca de 1.300.000 personas–, pero casi no hemos oído hablar de ellos: se trata de una creciente comunidad de hombres y mujeres que, sencillamente, no se sienten atraídos sexualmente hacia otras personas. Son los llamados asexuales, empeñados en sentirse normales pese a quienes les tachan de raritos y de enfermos mentales. En muchos casos, prácticamente carecen de impulsos sexuales. Otras veces la sexualidad existe pero no se despierta con el contacto humano. En todo caso, sus páginas web afloran en Internet con un fin primordial: necesitan encontrar otras personas como ellos y, con suerte, poder formar una pareja donde las emociones y la comunicación no se canalicen necesariamente en la cama.
¿Es posible nacer asexual? Los doctores aseguran que Lucía, una filóloga de 33 años que nunca ha mantenido relaciones íntimas, no padece ninguna tara física que le impida sentir deseo. "La experiencia juega un papel fundamental en el desarrollo saludable de nuestra sexualidad. Un ambiente represivo o excesivamente promiscuo puede provocar una negación en este terreno", asegura la psicóloga y educadora sexual María de Montes. La educación parece definitiva en la trayectoria de Lucía, que admite estar muy influenciada por la convivencia con su madre, "divorciada y con tendencia a la promiscuidad: al final, todas sus relaciones se convertían en una especie de psicodrama por culpa del sexo. Las relaciones ya son suficientemente complejas como para añadir un nuevo factor de discordia y creo que el placer se puede obtener de muchas otras maneras".
Pese a que Lucía descarta el sexo de manera voluntaria, se considera muy alejada de los llamados célibes, que deciden abstenerse por principios morales o religiosos. En su caso, una de las causas que rigen su conducta es la ausencia total de apetito carnal: "Mi cuerpo nunca ha reaccionado como debería. He tenido varios novios, que han intentado estimularme hasta la saciedad, pero yo, como si nada. Desde luego que era muy frustrante para ellos, pero lo cierto es que, al final, siempre terminaba dejándoles yo. Creo que al no acostarme con ellos tampoco se despierta en mí esa pasión o romanticismo habitual en las parejas. De alguna manera no comparto ese tipo de intensidad emocional, ni tampoco la necesidad de estar todo el día pegada a alguien. La verdad, prefiero la variedad; me encanta pasar tiempo con mis amigos y con mi familia. Creo que la asexualidad, en mi caso, me ha convertido en una persona muy generosa: como no estoy enfrascada en mis meollos emocionales, tengo más tiempo para ayudar a los demás".
A pesar de todo, reconoce haberse sentido incomprendida durante muchos años. "He sido el bicho raro de la pandilla desde siempre, pero, lo que es la vida, de tanto luchar para vencer mis miedos he terminado destacando por mi seguridad. Tengo muy claro que prefiero vivir sola, que no quiero tener hijos ni pareja, y ya no me importa gritarlo a los cuatro vientos". Lucía desconocía la creciente creación de sitios webpara gente como ella, en su mayor parte de origen estadounidense. "Los americanos siempre se preocupan de buscar apoyo para los grupos minoritarios y no me parece mal. Tal vez si en mi adolescencia hubiese oído hablar de casos parecidos al mío me habría sentido menos confusa. Ahora, creo que no deberían meternos a todos en un mismo saco; no se trata de crear escándalo ni de oponerse a los valores reinantes".
Geri Rich Jones, cantante y fundadora de la Sociedad Asexual Americana, se sintió amparada y feliz al entrar en contacto con otros de su misma condición gracias a una de estas páginas. "Siempre me ha desconcertado la excesiva importancia que se le concede al contacto físico, así que al conocer a personas semejantes me sentí muy aliviada. Sin duda es muy importante que alcemos la voz y nos apoyemos entre nosotros: mi primer novio me abandonó por culpa del sexo y me hizo muchísimo daño. La única vez que lo intentamos sentí muchísimo asco y eso no ha variado en absoluto, así que dudo que se trate de algo temporal. No me atraen los hombres ni las mujeres. Simplemente, nací asexual, nunca me he acostado con nadie y no creo que vaya a cambiar a estas alturas. Me encantaría tener hijos pero supongo que tendré que adoptarlos o hacerme una inseminación artificial", concluye. Tal vez el pasado y la educación de Geri, nacida en una familia con un padre homosexual, también sea crucial para entender su condición.
Hay quien sostiene que el bombardeo sexual al que nos someten los medios de comunicación –publicidad, cine, televisión...– también puede ser causa de repugnancia y conductas de este tipo. Philip Hodson, miembro de la Asociación de Psicoterapia Británica, asegura que muchas personas terminan aparcando el deseo porque no se identifican con la imagen que se vende del sexo. "La televisión nos educa de manera muy reduccionista y existe una sobrevaloración de la parte genital o coital. Se trata de un punto de vista muy instintivo y animal, apenas se baraja la parte afectiva y emocional de las relaciones físicas. Es normal que algunas personas terminen por rechazar el sexo, de manera consciente o inconsciente", explica De Montes. El temor excesivo a las enfermedades de transmisión sexual, y muy especialmente al sida, también puede dañar notoriamente la vida íntima de algunas personas e, incluso, conducir a la asexualidad.
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