Siguiendo con mi cuento de la observación a Colombia, he de decir antes de entrar en materia que: en España conocí algunos ciudadanos colombianos y me sorprendió lo bien que en general se adaptan a la vida y costumbres españolas, me sorprendió en esos momentos y ahora ya se el por qué de su rápido acoplamiento; el carácter del colombiano en general es muy parecido al español. El español es muy propenso a la parranda, a tener la sangre caliente en las disputas y a todas las demás cosas que caracterizan al latino (latino del mediterráneo y latino de esta parte del mundo). No olvidamos, que la influencia indígena y la de los africanos traídos como esclavos, también se muestra en la forma de ser y cultura del colombiano sobretodo en las regiones de mas influencia. La cultura española en una medida general ha empapado a las gentes de este hermoso país en cualquiera de sus manifestaciones en lo positivo y por supuesto en lo negativo.
En un principio cuando decidí instalarme en Colombia, me asaltaba la duda de si sería capaz de adaptarme a las costumbres. Hoy me doy cuenta, por ejemplo: las comidas son solo los productos los que cambian, pero la forma de cocinarlos es muy similar a España. El carácter que he encontrado en el colombiano no es muy diferente al español: el colombiano cuando habla lo hace duro, chillón y gesticula, el colombiano al igual que el español, es cercano en el trato y cuando se reúne en tertulia es fácil (al menos para mí) que te acepten en la conversación. A diferencia de otras culturas, la cultura latina y por tanto la colombiana hacen sentir al foráneo como en casa y esto ha facilitado mucho mi adaptación, allá en mi tierra, de origen Aragón, dirían que el “colombiano es buena gente”.
El carácter es similar y de buena gente, también nos une la picaresca y las malas costumbres de la anarquía en el proceder diario y en este saco no sería justo meter a todos, pero si a una mayoría, pero de eso ya hablaremos.
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